domingo, 26 de julio de 2015


Delmira Agustini

Explosión

¡Si la vida es amor, bendita sea!
Quiero más vida para amar! Hoy siento 
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea.
¡La vida brota como un mar violento
donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría...
rotas las alas, mi melancolía;
como una vieja mancha de dolor

en la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

domingo, 24 de mayo de 2015

Así celebramos el día del libro: 26 de mayo. 



Consigna: Tercer año regala, a sus compañeros de ciclo básico, una lectura y un marcador. 

Primer año crea un libro (físico) e incluye los argumentos de cada uno de los textos leídos, una representación gráfica y una recomendación.













jueves, 2 de abril de 2015

Quién paga el pato.
Mauricio Rosencof.

ESCENA 1
Son las tres de la tarde de un día otoñal. Un hombre, con un pato de raza criolla y sexo masculino agarrado por las patas, se detiene ante el hogar de Doña Edugives Garcette de Marimón. Toca timbre y Doña Edugives sale a atender.

EDUGIVES: -¿Qué deseaba?
SEÑOR: - Buenas tardes, señora. Su marido me manda para que le deje este pato… Dice que lo prepare para la noche porque viene con invitados.
EDUGIVES: - ¿Para la noche? ¡Y recién me lo trae! ¿No sabe cuántos son los invitados?
SEÑOR: - Creo que son dos, señora.
EDUGIVES: - Está bien. ¿Hay que abonar algo?
SEÑOR: - No, señora. Está pago.
EDUGIVES: - A ver… Permítame… (toca el pato y mirándolo) Gordo está.
SEÑOR: - Él mismo lo eligió.
EDUGIVES: - En fin… Traiga… (agarra el pato) ¿Está seguro que es para acá, no?
SEÑOR: - ¿Familia Marimón?
EDUGIVES: - La misma. (Sacando una propina del bolsillo) Sírvase… Para usted.
SEÑOR: - De ninguna manera, señora. Propinas no. Soy amigo de su esposo.
EDUGIVES: - Ah, perdone.
SEÑOR: - Buenas tardes… y gracias de cualquier manera.
EDUGIVES: - Buenas tardes… buenas tardes…
SEÑOR: - Ah, qué cabeza la mía. Casi me olvidaba… Dice su marido que le mande el sobretodo… Como refrescó, sabe.
EDUGIVES: - ¿El sobretodo? ¿Cuál?
SEÑOR: - El nuevo.
EDUGIVES: - En fin… ¿Usted va para la oficina?
SEÑOR: - No… pero se lo puedo llevar.
EDUGIVES: - Muchísimas gracias. Le voy a dar la bufanda, también… Un momentito ¿eh? Un momentito.

ESCENA II
EDUGIVES: - ¿Ya estás de vuelta, querido?
MARIMÓN: - Sí, querida.
EDUGIVES: - ¿Está muy fresco afuera?
MARIMÓN: - Regular…
EDUGIVES: - ¿A qué hora llegan los invitados?
MARIMÓN: - ¿Qué invitados?
EDUGIVES: - Los que ibas a traer para comer el pato.
MARIMÓN: - ¿Qué pato?
EDUGIVES: - El que me mandaste hoy de tarde.
MARIMÓN: - ¿Yo?
EDUGIVES: - Pero viejo. El pato que me mandaste por el amigo ese que te llevó el sobretodo.
MARIMÓN: - ¿Qué sobretodo?

ESCENA III
En la Comisaría. Está Marimón muy indignado frente al escribiente.

MARIMÓN: - ¿Se da cuenta? Tome nota… tome nota.
ESCRIBIENTE: - Un momentito… un momentito… ¿No ve que tengo que escribir a mano?
MARIMÓN: - Parece mentira, amigo. Ni máquina de escribir tienen.
ESCRIBIENTE: - Tenemos… tenemos.
MARIMÓN: - ¿Dónde?
ESCRIBIENTE: - En la chacra del Comisario. Recién nomás la vino a buscar un amigo… Muy servicial el hombre. El Comisario nos mandó por él una yunta de pollos de regalo… Mírelos… ahí están. ¿Cómo era su asunto, amigo? Le llevaron un pato ¿y qué más?

Telón lento




Horacio Quiroga
(1879-1937)

Decálogo del perfecto cuentista

I
Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

martes, 17 de marzo de 2015

Gustavo Adolfo Bécquer.
Rima LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!








miércoles, 11 de marzo de 2015


EL OTRO YO.
Mario Benedetti (Uruguay, 1920-2009)
(Cuento)


Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable”.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.